"Soy berlinés"

Fecha: 22/Feb/2022

Berliner, Kreppel, Krapfen, Pfannkuchen – estos son algunos de los nombres en alemán de este rico y esponjoso buñuelo que se consume sobre todo para la época de carnaval.

Este pastel redondo y dulce del tamaño de un puño que se fríe cuando el aceite o la grasa alcanza su punto de ebullición y lleva mermelada de relleno, llega todos los años para anunciar algo especial. Una vez que aparece en Alemania en los escaparates de las panaderías y en las estanterías de los supermercados, todo el mundo sabe que ha llegado el esperado momento. Estamos en la época del carnaval, la denominada "Quinta estación del año", para algunos la más bella de todas. Se celebra entre el invierno y la primavera, lejos del verano y del otoño, y dura solo unos pocos días. Pero es una época de inmensos festejos, como nunca más sucede el resto del año. La gente se disfraza, festeja, se balancea al compás de la música y bebe. Y siempre y por doquier escolta culinariamente las fiestas el pastel redondo fuertemente azucarado por fuera. Sus nombres son muy diversos. Al igual que el evento que acompaña, que dependiendo de la región se llama Karneval, Fasching o Fassnacht, también hay diferentes denominaciones regionales en alemán para la berlinesa o bola de fraile.

A veces con mostaza en vez de mermelada

En Berlín se llama "Berliner" o "Pfannkuchen", en Alemania del Este solo "Pfannkuchen", en Hesse, Hesse renana y Turingia es conocido como "Krapfen". También los rellenos son diversos. En el norte se prefiere la mermelada de color rojo, en el sur la de albaricoque o damasco, en el este la de ciruela, en Baden, Suabia y Franconia lleva a veces mermelada de escaramujo o rosa mosqueta. Existen versiones gourmet con crema de champán. Y no faltan los graciosos que le ponen a veces mostaza para desagradable sorpresa del comensal y regocijo general de los iniciados. Es que es carnaval y lo importante es la diversión. Sobre todo porque después ya no hay mucho para festejar y reír. Después del carnaval empieza para los cristianos la Cuaresma, que se prologa hasta la Pascua. Por eso la berlinesa era en sus inicios la última oportunidad de abusar de alimentos calóricos antes del obligado ayuno.

Devastadoras consecuencias para cocina y caderas

Se cuenta que en la Edad Media los monjes recomendaban fortalecerse con este buñuelo antes del inicio de la Cuaresma. En esas épocas, el bollo aun no era redondo y se cocía al horno. Según la leyenda, esto cambió en 1756 cuando un pastelero de Berlín quiso servir como artillero en las tropas de Federico el Grande, pero fue calificado como no apto para el servicio militar. En compensación, se ofreció como panadero de campo para el regimiento. En agradecimiento por el servicio, cuentan, el pastelero le dio a la masa la forma redonda de balas de cañón y, como no disponía de horno, la freía en aceite. Desde entonces, los buñuelos se fríen en aceite y probablemente son culpables de un número similar de incendios hogareños al del árbol de Navidad con velas de verdad. Pero mucho peores son sus devastadoras consecuencias para las caderas del consumidor. Porque el contenido calórico de la berlinesa puede variar, en función de relleno entre 200 y más de 300 calorías por cada 70 gramos, superando incluso al pastel de queso o la torta Selva Negra. Por eso, con el consumo de berlinesas los alemanes se acercan cada vez más a la forma de su pastel favorito. Y en caso de que quede muy ajustado el disfraz de carnaval del año pasado, no importa: estamos en época de carnaval y todo está permitido: "Soy un berlinés" – redondo, dulce y muy apreciado.

Fuente:https://www.deutschland.de/

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