La cultura del café en Alemania: cuando una taza une a todo un país

Fecha: 03/Jun/2025

En Alemania, el café no es solo una bebida. Es una pausa entre tareas, una charla con amigos, un momento de calma en la rutina o el aroma que marca el inicio del día. Aquí, el café forma parte de la vida cotidiana, de esas pequeñas costumbres que, sin darnos cuenta, se convierten en rituales.

Un país que vive a sorbos

Alemania está entre los mayores consumidores de café del mundo. Se calcula que cada persona bebe en promedio unos tres o cuatro cafés al día, lo que no es poca cosa. De hecho, se bebe más café que cerveza, lo cual dice bastante en un país cervecero por excelencia.

Ya sea recién hecho en casa, servido en una cafetería de barrio o en versión “para llevar” mientras se camina por la calle, el café está presente a lo largo del día. El clásico café de filtro sigue siendo el más querido en muchos hogares, aunque cada vez más gente apuesta por máquinas automáticas o de cápsulas que permiten disfrutar de un buen espresso o un capuchino con solo apretar un botón.

El "Kaffee und Kuchen": una tradición deliciosa

Una de las costumbres más entrañables es el tradicional Kaffee und Kuchen, que suele tener lugar a media tarde, entre las dos y las cuatro. Es ese momento perfecto para sentarse con familiares o amigos y compartir una taza de café con una porción de tarta. ¿Las favoritas? El Apfelstrudel, la tarta de queso alemana (Käsekuchen) o la famosa Selva Negra.

Este hábito está tan arraigado que incluso muchas cafeterías ofrecen ofertas especiales en esa franja horaria. Y en las oficinas, no es raro que haya una breve pausa para compartir café y charla con los compañeros.

¿Cómo les gusta el café a los alemanes?

Aunque el filtro clásico aún domina, cada vez se aprecia más la variedad. En las grandes ciudades, han proliferado las cafeterías de especialidad donde se valoran cosas como el origen del grano, el tueste artesanal o métodos como el cold brew o el café por goteo. En casa, las cafeteras automáticas y las cápsulas han revolucionado la manera de preparar café.

Y ojo: en Alemania, no todo es café solo. También triunfan los cafés con leche, el latte macchiato o incluso los capuchinos espolvoreados con cacao.

Más que una bebida, una forma de estar

En realidad, el café en Alemania va mucho más allá del sabor. Es un momento para parar, para conectar con otros, para respirar hondo. Es esa excusa perfecta para una visita improvisada, una cita tranquila o una reunión informal de trabajo. Hasta el típico “Kaffee zum Mitnehmen” (café para llevar) forma parte del paisaje urbano: en la mano de quien camina al trabajo o del estudiante que cruza la ciudad.

En resumen…

La cultura del café en Alemania mezcla lo mejor de lo antiguo y lo nuevo. Es una tradición viva, que sigue evolucionando sin perder su esencia. Porque al final, más allá del tipo de grano o del método de preparación, lo que cuenta es ese pequeño placer de sostener una taza caliente y disfrutar, aunque sea por unos minutos, del aquí y ahora.

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