Blog

El arte panadero alemán

Fecha: 23/Jan/2020

Silke Burmester se pregunta cómo rescatar la cultura del desayuno alemana Por algún motivo, mi madre nunca me dejó salir de casa sin haber desayunado. Hacía como si fuese a desfallecer antes de haber sacado mi bicicleta del cobertizo o a sufrir un colapso como más tardar en el colegio, si bien llevaba al colegio pan y fruta como para tres. Más adelante, en mis primeras estancias en el extranjero, me llamó la atención lo negligente que es la gente con su bienestar en otros países. Veía a niños que eran enviados al colegio tras comer medio croissant; españoles por las tardes mojando porras en café. Todos sobrevivían el día sin venirse abajo. Incluso el niño inglés al que yo como au-pair le venía a dar un kilo de azúcar a la semana en forma de Cornflakes; estaba pálido, pero no enfermo. En Alemania, el desayuno es la comida más importante del día. Y cuando nos levantamos por la mañana en un país extranjero, muchos de nosotros buscamos dónde puede haber escondido la gente el pan negro, gris o al ­menos integral, el embutido y el queso. Y cuando nos dicen que por las mañanas no comen esas cosas, y que, en todo caso, lo único que tienen es pan blanco y que con mermelada basta, entonces sabemos que ese día nos va a faltar algo. Por eso no es de extrañar que allí donde hay alemanes haya también una panadería alemana. Lugares que venden lo que deseamos para ponerle nuestro queso y embutido. Incluso en los países árabes hay tiendas y no son solo los “expatriotas” los que acuden a ellas. Y mientras el pan alemán va conquistando el mundo por esa vía, como en principio solo son capaces las cadenas de cafés estadounidenses o el cangrejo chino, a nosotros nos llegan costumbres a ­través de las cadenas de comida rápida internacionales que ­destruyen el gusto por el pan negro autóctono en las generaciones jóvenes. Hoy en día, la gente come una magdalena o un “­bagel” para desayunar, o compran la variante portuguesa de un croissant con jamón y queso calentado en un mini horno. Lo de sentarse a la mesa ha pasado a la historia. Se come por el camino y a ser posible sobre la marcha. ¿Está la cultura alemana del desayuno condenada a morir? Al igual que ya solo las abuelas utilizan leche condensada, pronto solo los anticuados comerán pan por las mañanas. Pero no todo está per­dido cuando un estadounidense descubre e interpreta a su manera el arte panadero alemán. Cuando el pan gris se hornea en porciones dentro de extraños moldes, después se le pone queso en forma de estrella y se vende en la cadena de cafeterías bajo el nombre de “Greysta” o “Mumpy”. Cuando Lady Gaga cuenta que no hay nada más rico para desayunar que un panecillo de semillas de amapola y un huevo cocido o fotografían a Robert Pattinson untándose una rebanada de pan negro por la mañana. De pronto vuelve a ser way desayunar a la alemana. Se observan los cafés berlineses llenos de gente de todo el mundo comiendo pan y fiambre hasta primeras horas de la tarde, se puede creer que este cambio de tendencia ya haya empezado.  Fuente: https://www.deutschland.de/

Leer Más[...]

Pretzels: la retorcida historia del lazo perfecto que se come

Fecha: 13/Dec/2019

El símbolo horneado de la comida alemana, que se consume ya en todo el planeta, es protagonista junto a la cerveza en el Oktoberfest, la fiesta bávara de otoño más famosa del mundo Los pretzels, o brezels, como comenzaron a conocerse hace siglos, son un tipo de bollo de pan o galleta horneados y con forma de lazo retorcido o brazos entrelazados. Su origen se sitúa en Alemania, pero la globalización y el estilo de vida de la comida rápida y los puestos callejeros los han convertido en una comida típica y popular en lugares tan distantes como Estados Unidos y Australia. Su nombre proviene de la palabra alemana “brezel” o “breze”, que a su vez deriva del vocablo latino “bracellus”, que significa “brazo pequeño”, porque su forma recuerda a dos brazos entrelazados. Sin embargo, un mismo producto, con los mismos ingredientes, no tiene apenas nada que ver en el lugar original, Alemania, y especialmente en Baviera, su lugar nacimiento, con el que se fabrica, vende y consume en Estados Unidos. En el primero de los casos forma parte de la tradición gastronómica de Alemania y es un tipo de pan salado que no puede faltar en todas las fiestas populares junto a la cerveza y las salchichas, y donde son vendidos atados por una cuerda. Dentro de los tipos de pretzel alemán existen dos categorías: los de galleta y los de pan blando, que a su vez se pueden preparar con una gran variedad de sabores que incluyen almendra, ajo, nuez, avellana, canela, vainilla, y con innovaciones como ralladura de limón o huevo… En el segundo caso, en Estados Unidos, ni la masa ni la forma de cocinarlos ofrecen el resultado final, y su venta en los estadios deportivos sirve para consumirlos abiertos por la mitad y untados de mantequilla. El origen del pretzel, sin embargo, no está muy claro, aunque la mayoría de los historiadores coincide en que se le relaciona con la cristiandad, ya que se cree que las primeras personas en fabricarlo fueron unos monjes al sur de Alemania en el siglo VIII y lo regalaban como premio a los niños que recitaban bien las oraciones. En ese punto se detiene la mezcla de historia, leyenda y mito, porque para ver la primera imagen de un pretzel hubo que esperar hasta el siglo XII, ya que en el libro ‘Hortus Deliciarum’, escrito por las novicias de un convento de la Alsacia, aparece con claridad en un dibujo entre otros platos sobre una mesa. El ‘Hortus Deliciarum’ es una enciclopedia ilustrada (la primera en ser recopilada por mujeres), que contiene la primera descripción conocida del pretzel, lo que da a entender el peso cultural que alguna vez ocupó el tradicional bollo. El lugar que ocupa en la pintura junto al pescado no es un accidente y pueda suponerse que el pretzel simboliza las manos entrelazas en posición de oración y los tres espacios que deja representarían a la Santísima Trinidad con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Básicamente era el alimento más cristiano que los humanos pudieron concebir, hasta el punto de que elaborados sin lácteos ni huevos los pretzels se han considerado un alimento básico durante la Cuaresma. Fusión germanaOtra de las leyendas más atrevidas sobre el origen del pretzel involucra a un grupo de monjes que los horneaban en un sótano de Viena y que escucharon como se excavaba un túnel por parte del ejército invasor bajo los muros de la ciudad en 1510. El resultado fue que como recompensa por ayudar a frustrar la invasión, los panaderos de pretzel recibieron su propio escudo de armas mientras sus icónicos lazos les proporcionaban el método perfecto para que almacenaran y manejaran enormes cantidades de ellos con sus palos para hornear. Las historias sobre el origen del pretzel también alcanzan al amor ya que otra afirma que la expresión “atar el nudo” se refiere a la costumbre suiza del siglo XVII de usar uno de estos bollos durante las ceremonias de boda. La receta para prepararlos es tan sencilla que cualquier alemán diría que los pretzels están hechos para comerse el mismo día, pero lo complicado es el punto de la masa y el horneado para que la apariencia case con la textura y el sabor. Los ingredientes principales del pretzel son harina de trigo, levadura, agua, sal, mantequilla y hasta un poco de melaza de malta de cebada. La cerveza que más se bebe y otras cosas que no sabías del OktoberfestLa masa que se forma es agradable al tacto y fácil de manejar, y uno de los grandes secretos en Alemania es que una vez fermentada la masa, y antes de hornearlos, se les sumerge durante apenas 10 segundos en una solución muy rebajada de sosa cáustica y agua a temperatura ambiente. Ese baño, para nada peligroso y a la vez muy habitual en muchos de los panes y la bollería artesanal del centro de Europa se denomina “Laugengerbäck”, y es el responsable no solo del particular sabor, sobre todo de la corteza tan crujiente, brillante y dorada que tienen estos bollos. De hecho, otra de las leyenda atribuye al pretzel un origen accidental al asegurar que en una cocina estaban elaborando un tipo especial de pastelería cuando, por accidente, una porción de la masa entró en contacto con hidróxido de sodio y luego cayó en un cubo con agua caliente que estaba allí porque se utilizaba con una especie de lejía para limpiar los hornos y las bandejas donde se horneaba el pan. Por último, la característica forma también tiene su oficio: tras una primera fermentación de la masa se divide en trozos de 100 gramos, aproximadamente, y se estiran hasta tener unos bastones de unos 20-25 centímetros. Tras dejar descansar la masa unos 10 minutos se estiran esos bastones hasta alcanzar los 60 centímetros aproximadamente. Es importante dejarlos más gruesos en el centro que en las esquinas, que deben ser delgaditas. Por último, para formar los pretzels hay que coger las dos puntas de los extremos y cruzarlas en el aire. En el mismo movimiento, dar una vuelta sobre esa primera vuelta, como si la retorciéramos, y después se dobla el nudo hacia el centro del pretzel colocando las puntas sobre la zona gruesa. Posteriormente se deja reposar la masa cubierta a temperatura ambiente entre 25 y 45 minutos y después se puede introducir en la nevera otra media hora para que la masa se endurezca y conserve la forma al darle el baño posterior en sosa cáustica antes de hornearlos. Cuando comience en Alemania la fiesta de otoño más famosa del mundo unida a la cerveza, el Oktoberfest, decenas de miles de unidades de este tradicional bollo saciarán, cocinados con diversidad de sabores, el hambre de quienes los compren acompañados siempre de salchichas y cerveza. El sabor podrá variar, pero ni la forma, ni la textura lo harán si es un pretzel auténtico. Y es que, como en todos los países, habrá gente que no coma pan, pero alergias e intolerancias al margen, ¿quién puede decir que no le gusta el pan al estilo pretzel de Alemania? Es muy difícil encontrarlo…

Leer Más[...]

Alemania, líder en comida vegana

Fecha: 05/Dec/2019

Alemania enarbola ahora la revolución de la comida vegana. La intención de muchos jóvenes es transformar la cocina popular germana para poder comer platos libres de carne y completamente veganos. Incluso, hace pocos meses, la ministra alemana de Medio Ambiente, Barbara Hendricks, trató de imponer el menú vegetariano (aunque no vegano) en los actos oficiales del gobierno, lo que dice mucho del país. En 2016, según un estudio hecho a través de la base de datos de productos nuevos de Mintel, Alemania fue el país que más productos veganos lanzó al mercado, un 18% del total, por delante de Estados Unidos (17%) y Reino Unido (11%). La mayoría de los alimentos eran versiones veganas de los típicos platos de carne. Los productos sustitutivos de la carne generalmente se preparan con proteínas vegetales como la soja, el trigo o el tofu, tejidos que se unen para dar textura y consistencia al alimento. No obstante, en Alemania buena parte de la población está concienciada de seguir una alimentación equilibrada, aunque muchos alemanes no comen carne tres o más días por semana, según datos del instituto demoscópico Forsa. Por otro lado, un estudio realizado por un grupo de profesores alemanes, a partir de datos de encuestas de 2008 y 2011, confirmaba que los alemanes entre 18 y 29 años eran el grupo demográfico más vegetariano. Y si quieres probar deliciosa comida vegana, no olvides que en María Drexler tenemos toda una selección de productos para ti.

Leer Más[...]

Alemania: hábitos y tendencias del consumo alimenticio en el país germano

Fecha: 05/Nov/2019

El estudio ‘Du bist, was du isst’ (‘Eres lo que comes’), elaborado por el Meinungsforschungsinstitut Forsa por encargo del Gobierno Federal alemán, arroja algunas conclusiones importantes sobre los hábitos de consumo entre la población teutona y las razones a la hora de elegir una comida u otra. Según el informe, realizado a partir de una muestra de 1 000 habitantes alemanes a partir de 14 años, el gusto, la salud y la facilidad de preparación resultan ser factores decisivos en esta elección, especialmente las dos primeras, por delante de otros condicionantes como las calorías o el precio. Uno de cada cuatro alemanes afirma comer carne diariamente, aunque es reseñable la tendencia creciente del consumo vegetariano. En los tiempos se ha pasado de un 34 % a un 28 % de la población que incluye productos cárnicos en su dieta diaria, destacando como referencias favoritas el asado y el schnitzel (escalope). La tendencia vegetariana se plasma de manera más significativa entre los jóvenes entre 14 y 29 años; de ellos, el 11 % afirma no comer carne, lo que contrasta con el 6 % presente en el total de la población alemana, apunta la cadena de noticias n-tv del Grupo RTL. Cabe destacar, igualmente, la diferencia entre sexos, ya que un 39 % de los hombres afirma comer carne o salchichas todos los días, algo que en las mujeres únicamente se da en el 18 %. Consultados sobre los desafíos planteados por el crecimiento de la población mundial, el 84 % está a favor de reducir el desperdicio de alimentos, cuya clave podría ser la reducción del consumo cárnico. De hecho, existen afirmaciones de algunos encuestados que estarían abiertos a carnes alternativas, como los alimentos elaborados a partir de insectos o carne de laboratorio, con el fin de colaborar con la seguridad alimentaria. Fuente: https://www.icex.es/

Leer Más[...]

Diseño y hospedaje: Internetísimo.com